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Así es Manuela Wirth, la galerista que crea comunidad

Manuela Wirth, presidenta en Hauser & Wirth. Cortesía Hauser & Wirth. © Sim Canetty-Clark

Hay dos sucesos indisociables de conocer a Manuela Wirth: que a su lado siempre hay otras personas que atienden y completan sus respuestas y que es difícil deducir, a partir de sus contestaciones, si su indudable liderazgo está basado en la intuición o en un repensar contante. Comenzando por forma de vestir, que es sofisticada hasta lo tácito: un vestido negro ligeramente asimétrico, de una lujosa marca japonesa y etiqueta indescifrable; un anillo, sólo uno, probablemente un diamante, y un moño pelirrojo, elegantemente hecho y algo deshecho.

De manera que, cuando explica las virtudes de su nuevo espacio –“y cómo se respetó el ecosistema”–, su arquitecto, Luis Laplace, añade que “se diseñaron pequeñas celdas para las lagartijas negras que lo habitaban. No les gusta compartir, así que ideamos unos compartimientos individuales, con accesos y bebederos”. Mientras tanto, presenta a su artista estrella Rashid Johnson, perteneciente a la corriente post-black, Él comparte la clave de su estilo, una fórmula que “subraya lo que borra”.

Los coleccionistas le adoran y Rashid sonríe con expresividad. Hauser & Wirth es una empresa familiar suiza fundada en 1992, por Manuela e Iwan Wirth y la madre de ella, Ursula Hauser, proyecto al que después se unirían Marc Payot y Ewan Venters. En lo que va de siglo, se han expandido desde Zúrich de un modo extraordinario, entrando en la gran liga: tienen ahora sedes en “Nueva York [tres], Hong Kong, Londres, Southampton, Los Ángeles, Somerset, Mónaco, Gstaad, St. Moritz y ahora Menorca”. Una galería que representa a más de 90 firmas entre artistas y estates [artistas fallecidos], editorial y expositivamente. Wirth explica cómo “la selección de los artistas ha sido todo un proceso. Empezamos con un grupo pequeño, con el que todavía trabajamos, imagínate, Louise Bourgeois, Pipilotti Rist, Paul McCarthy… Ellos nos hablaron de otros artistas. Y todo fue natural”.

LA GALERÍA OCUPA A MÁS DE UN 

60% DE MUJERES Y CUENTA CON IMPORTANTES ‘PARTNERSHIPS’ 

TAMBIÉN HECHOS CON MUJERES

La anfitriona da a entender así que buscan potenciales clásicos: se fijan en artistas de su misma visión que vengan avalados por otros. “Louise Bourgeois puede considerarse la abuela de todos”, afirma desenfada. “Tenemos desde creadores como Philip Guston, un gran artista del siglo XX, a una mujer joven, Avery Singer (1987) basada en NYC”, completan fuentes de la galería. “En las industrias culturales, siempre ha habido mujeres muy poderosas como Peggy Guggenheim”, rematan las mimsmas fuentes. En cuanto a si las ubicaciones de sus sedes siempre están en medio de ninguna parte, Wirth reseña que “los lugares nos encuentran a nosotros. Aquí [Menorca], llegamos en un day-trip en barco desde Mallorca. Igual en Somerset: buscábamos una casa en las afueras de Londres para pasar tiempo con los niños en el campo los fines de semana”.

Ahora, la galería ocupa a más de un 60% mujeres, pero “no es algo deliberado. Tenemos también partnerships muy potentes con mujeres. Crecí con una madre coleccionista, así que crecí con un liderazgo femenino. Su colección puede que fuera un 60-80% femenina, pero ella coleccionaba si se sentía cercana a las piezas”, completa Wirth. Entre sus coleccionistas, hay “un porcentaje aproximado de hombres y mujeres. Mi madre se sentía atraída por materiales textiles, esa idea de la tactilidad, pero no era estrategia, era gusto personal”. En la gestión, Wirth está “en todos los aspectos del negocio” y realiza algunas de las ventas más importantes, pero no habla de cotizaciones.

Su equipo confirma que “todos los socios están en todas las decisiones, pero es ella la que está más cerca de los artistas”. ¿Es esta una de las claves de su éxito? La entrevistada sonríe, parece que asintiendo, y termina reivindicando la intuición, nunca la planificación. ¿Será posible que su proyecto sea fluido y sin estrategia? “La vida y el trabajo están unidos para nosotros. Lo amamos y lo vivimos”, concluye. Pero nunca pensó en esta gran repercusión de su proyecto; de hecho, el recuerdo más antiguo que tiene con el arte no es como espectadora, sino “haciendo arte”. Es una persona muy física y le encanta seguir jugando con la arcilla.