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Así se ‘cocina’ la metarmofosis del lujo

Fotografía de Jacobo Medrano, en exclusiva para Forbes.

Con más de 32 años de duro trabajo, Gabriela Alcorta (Vitoria, 1963) sigue poniéndose metas. Palabras pronunciadas tras uno de los mejores escaparates de la Puerta de Alcalá, el de Berria, el wine bar que fundó en pleno estallido pandémico y decoró poniendo atención a los detalles.

“Una oportunidad a la que llego motivada por la ilusión de ofrecer algo diferente en un sitio tan emblemático”, resalta emocionada quien entendió esta apertura como una forma de ofrecer “diversión para mucha gente en un local que parece un escaparate abierto”. Y lo es. Pero no causa sorpresa una vez sabido que en los años 90 llegó a Madrid para hacerse cargo del escaparate de la tienda que Loewe tenía en plena Gran Vía madrileña. Esto lo hizo durante 16 años y ahora lo replica en Berria.

Con el vino como auténtico protagonista, su objetivo es hacer crecer las más de 2.400 referencias que tiene ahora en su bodega y “satisfacer así tanto a paladares primerizos como a los más exigentes”, confiesa ilusionada. Para ello, “hay que rodearse de un buen equipo de sumilleres que busquen, elijan y seleccionen una carta diferente y cambiante semanalmente”, algo que, bajo su punto de vista, se consigue “con un equipo joven que tenga ganas de aprender y que se compense con la experiencia y la excelencia de trabajo”.

Como una madre que invierte su tiempo en dar a sus hijos la mejor enseñanza, Gabriela promueve desde Berria la motivación por aprender y evolucionar, porque su negocio es eso, un proyecto que tiene objetivos y metas: la de crear algo especial para cada cliente y la de que cada uno de ellos salga con la sonrisa puesta (además varias copas de vino encima).