Son las once de la mañana y el atelier neoyorquino del diseñador Victor de Souza está revolucionado. No es para menos: una de sus clientes más exigentes está por llegar para una última prueba de vestido que usará en una de las galas más importantes del calendario social de Manhattan. Se trata de Jean Shafiroff (Hicksville, Nueva York, 69 años) quien desde hace varios años puso el ojo en este modisto brasileño afincado en Nueva York: “me fascina su creatividad y que se arriesga a casi todo”. El modelo está inspirado en uno de los personajes de Alicia en el país de las maravillas y sus colores son estridentes: rosa chicle, azul eléctrico y blanco perla. Recién entró al atelier y vio el colorido diseño perfectamente planchado y esperándola, el flechazo fue inmediato. De Souza conoce muy bien a esta socialite, no solo porque se convirtió en una de sus primeras clientas cuando llegó a la Gran Manzana sino porque además es una de sus musas más inspiradoras.
La historia de Jean en la escena social neoyorquina comenzó a escribirse poco tiempo después de su matrimonio con Martin Shafiroff, hace más de 40 años. Lo conoció en el Park Avenue Squash Club a finales de los años 70. Martin amasó una gran fortuna en Wall Street, donde llegó a administrar más de 100 mil millones de dólares. Para el prestigioso diario Barron’s, Martin Shafiroff llegó a ser el número uno entre los mejores financistas de los Estados Unidos. Por supuesto, siempre con Jean a su lado, ya que desde que unieron sus vidas en una suntuosa ceremonia en el Grand Ballroom del Hotel Pierre –escenario de este reportaje–, Jean ha encontrado en su marido no solamente a una persona que comparte su misma escala de valores y su pasión por ayudar a los demás, sino también a un gran consejero que la asesora y le brinda su apoyo incondicional.
En 2017 ‘The New York Times’ publicó una entrevista con Jean Shafiroff que la posicionaba como la nueva estrella de la escena filantrópica de Manhattan. Su poder de convocatoria no conoce límites
Jean también es muy conocida en la meca del cine. En 2011 le organizó un gran cóctel al ganador del Oscar Colin Firth antes de recibir su Hollywood Walk of Fame Star por El discurso del Rey. En 2012 ofreció un almuerzo para Michelle Williams y Kenneth Branagh, por su película My Week With Marilyn, y dos años más tarde, en 2014, fue la anfitriona de una fiesta de post-screening para la película A Long Way Down, protagonizada por Pierce Brosnan. Sin duda, desde Lina Astor son muy pocas las mujeres que en la actualidad tienen un poder de convocatoria tan grande como el de Mrs. Shafiroff. Por eso a nadie sorprendió que, en septiembre de 2010, el conocido semanario New York, en su artículo “¿Quién maneja Nueva York?”, nombrara a Jean como la cuarta persona más fotografiada de toda la Gran Manzana y que la revista Gotham la incluyera en su lista de “los 100 neoyorquinos más poderosos”, tras bautizarla como la “primera dama de la filantropía”. Successful Philanthropy: How to Make a Life By What You Give es el libro en el que Jean narra sus experiencias como filántropa. Fue editado por Hatherleigh Press en 2016, el prólogo es de la heredera Georgina Bloomberg y es considerado la “Biblia de la filantropía”. De ahí que se haya convertido en una lectura obligada para quienes aspiran a ingresar al exclusivo circuito de las organizaciones benéficas.
Cuando en 1897 la millonaria neoyorquina Cornelia Bradley-Martin organizó en el recién inaugurado hotel Waldorf Astoria el baile de disfraces más lujoso y grandioso de todos los tiempos, la filantropía comenzó a ser una herramienta para escalar socialmente. Como era considerada una persona muy discreta y reservada, el evento sorprendió a la alta sociedad de Manhattan. La mujer del influyente banquero Bradley-Martin estaba muy preocupada por la situación económica que atravesaba el país y decidió organizar una gran fiesta de ochocientos invitados con las figuras más poderosas de la época.
Su objetivo era estimular la economía de la ciudad de Nueva York. Entre 1873 y 1896, una gran depresión castigó a los Estados Unidos, por lo que los Bradley-Martin decidieron desembolsar cerca de 10 millones de dólares de hoy para lanzar la pelota y reactivar la economía de su ciudad; así generarían empleo e inyectarían liquidez, además de brillar socialmente. Una idea brillante que marcó el inicio de la filantropía como la conocemos en la actualidad y cuyas grandes protagonistas han sido desde entonces las galas benéficas.
Con este mismo espíritu, 120 años después, apareció en la escena social de la Gran Manzana –la ciudad más dinámica e importante para la economía mundial– una mujer que parece tener los mismos dones que Cornelia: Jean Shafiroff. Ella hoy marca y delinea la escena social y filantrópica de Nueva York, pues su poder de convocatoria y sus dotes para recaudar dinero con la mera intención de ayudar a los demás no conoce límites. Por supuesto, su entrada a ese exclusivísimo reducto de la filantropía lo hizo a través del New York Times: a principios de 2017, el reconocido diario publicó una entrevista que la posicionaba como la nueva estrella de la escena filantrópica de Manhattan.
“La primera organización con la que me involucré fue The Jewish Board, hace veinte años. Como hija de descendientes italianos, y a pesar de que me casé con un judío, nunca dejé de ser católica”, cuenta. “Para mí ayudar a los demás no conoce de credos, por lo que no dudé en unirme a esta ONG, que cuenta con grandes profesionales y en donde hasta el día de hoy sigo aprendiendo mucho. Después comencé a familiarizarme con otras causas, como los derechos de las mujeres, los derechos de las poblaciones desatendidas, la protección de los animales y el patrimonio artístico e histórico. Muchos creen que en los Estados Unidos no hay pobreza, pero, aunque seamos la potencia del mundo, hay mucha necesidad. Por ejemplo, tenemos muchos refugiados y trabajadores migrantes que llegan de todas partes del mundo y que necesitan programas que los ayude y proteja”, asegura mientras da un pequeño sorbo a su taza de Darjeeling. Su radio de acción no se limita a Estados Unidos: «España es un país maravilloso por el que guardo un gran cariño. Visito Madrid con frecuencia y no dejan de sorprenderme fundaciones como la de Princesa de Asturias que tanto hacen por el desarrollo de las humanidades y la ciencia».
Hija de un profesor de música y de una pintora y diseñadora de textiles, Shafiroff actualmente es miembro de ocho de los consejos directivos de las organizaciones más prestigiosas de la Costa Este: American Humane, Southampton Hospital Association, NYC Mission Society, Couture Council of the Museum at FIT, French Heritage Society, Casita Maria, NY Women’s Foundation, Global Strays, y el Southampton Animal Shelter Foundation Honorary Board. “Más allá de todo el dinero que recaudo presidiendo más de ocho galas benéficas diferentes por año, creo que la clave está en atraer gente nueva y darle la mayor visibilidad a lo que hacemos. Cuando comencé a colaborar con The Southampton Animal Shelter, por ejemplo, esa fundación organizaba cada año un pequeño cóctel en casa del reconocido periodista Chuck Scarborough, pero solamente recaudaban 78 mil dólares. Así es que les dije que no podían seguir haciendo un cóctel, que tenían que organizar una gran cena donde se vendieran mesas completas y así poder recaudar más fondos. Me pidieron que me ocupara de organizarla. ¡En nuestra primera gala recaudamos alrededor de 400 mil dólares! Fue muy gratificante lograrlo y poder poner mi granito de arena para mejorar la vida de los animales”, asevera mientras acaricia el lomo de Rosita, una perra que rescató en 2018 en Antigua después de un terrible huracán que azotó la isla y la dejó sin familia a la deriva.
España es un país maravilloso por el que guardo un gran cariño. Visito Madrid con frecuencia y no dejan de sorprenderme fundaciones como la de Princesa de Asturias que tanto hacen por el desarrollo de las humanidades y la ciencia»
La comprometida participación de Jean con las múltiples causas que apoya es, sin duda, una de sus virtudes más destacables. Comenzó cuando ingresó como fisioterapeuta en el neoyorquino St. Luke’s Hospital y tuvo contacto directo con personas necesitadas. “Desde que era una niña tomé conciencia de lo importante que es ayudar cuando puedes hacerlo. Yo me eduqué en un colegio católico y las monjas siempre nos enseñaron la importancia de retribuir, de ser compasivos y generosos. Creo que también fue clave mi padre, quien era profesor de música y me educó con su ejemplo. Él realmente se preocupaba por sus estudiantes y les dedicó su vida. Pero creo que fue mi profesión como fisioterapeuta y el tiempo que trabajé en el St. Luke’s Hospital lo que me hizo reflexionar sobre la necesidad de ayudar a los demás. Esas vivencias repletas de dolor y dificultad nunca me abandonaron. Así fue como también me di cuenta de que debía prepararme más y decidí matricularme en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia para hacer una maestría en Negocios y especializarme en finanzas. Quería entender el mundo del dinero y ver cómo podía ayudar económicamente a los que menos tienen.”
En realidad perfeccionó sus habilidades recaudadoras en los colegios de sus dos hijas, Jacqueline y Elizabeth, y desde entonces cada año trabaja sin descanso para organizar y presidir numerosas galas y eventos de recaudación que buscan ayudar a organizaciones y fundaciones sin fines de lucro. “Me involucré en varios eventos de los colegios de mis hijas. Considero que lo más importante es enseñar a nuestros hijos la importancia de cuidar a aquellos que tienen menos o que necesitan ayuda. Fomentar la empatía y la solidaridad enseñándoles a ser amables, a compartir y mostrar con el ejemplo. Estoy convencida de que la filantropía debe enseñarse tanto en el hogar como en las escuelas, pues es la única manera de al menos aliviar los problemas que hoy nos acechan. También es importante fomentarles que deben hacer lo posible por que este mundo se convierta en un mejor lugar, ya que de lo contrario estarían desperdiciando sus vidas. Es fundamental que las nuevas generaciones se involucren en la filantropía porque son el futuro.”
Pareciera que Jean, más allá de ser una gran filántropa, tiene el don de conseguir todo lo que se propone. A manera de ejemplo: fue nombrada embajadora de la asociación proteccionista The American Humane y en los últimos años llegó a recaudar para el Hospital de Southampton casi 5 millones y medio de dólares. Una cifra récord en la historia del centro médico de uno de los lugares de veraneo más caros y exclusivos del mundo. Sin embargo, cuando se le pregunta cuál es su secreto para lograr que alguien firme un cheque y haga un donativo, ella asegura: “Hay tres cosas fundamentales: 1) nunca le pidas dinero a alguien que no lo tiene; 2) siempre pide una suma adecuada en el momento adecuado; y 3) solamente pídeles dinero a aquellas personas que confíen en ti y en las causas por las que trabajas. Otro factor muy importante son las relaciones públicas y tener la habilidad de construir puentes y generar vínculos entre personas que consideras pueden beneficiarse mutuamente. Porque las grandes donaciones generalmente se generan en grupos que apuestan y creen en un proyecto.”
Una fórmula que, al parecer, falla muy pocas veces y que Jean va perfeccionando todos los días. Como resultado de su trabajo, ha sido galardonada por varias organizaciones en el mundo de la filantropía: en 2013, el influyente The Jewish Board le otorgó el Madeleine Borg Lifetime Service Award y, en 2014, recibió el Dina Merrill Hartley Public Service Award, al tiempo que The Surgeons of Hope la honró en su gala anual. Amante y defensora de los derechos de los animales, ese mismo año fue honrada por The Pet Philanthropy Circle junto con las herederas y proteccionistas Georgina Bloomberg y Amanda Hearst.
Hay tres cosas fundamentales: 1) nunca le pidas dinero a alguien que no lo tiene; 2) siempre pide una suma adecuada en el momento adecuado; y 3) solamente pídeles dinero a aquellas personas que confíen en ti y en las causas por las que trabajas»
Y aunque existen algunos detractores que ven en la filantropía solo una manera de alimentar el ego o incluso de no pagar impuestos, para Jean es una buena oportunidad para explicar a los demás la importancia de dar. “Desde el comienzo de nuestra historia como país, las organizaciones benéficas han existido y gran parte de la ayuda social que existe actualmente proviene del sector privado. Además, si analizas los bastiones de las religiones más importantes –cristianismo, judaísmo, islamismo, budismo–, todas ellas creen en ayudar a las comunidades más desatendidas. Estados Unidos es el país más rico del mundo. Creo que eso nos obliga a ayudar a quienes más lo necesitan, así de simple. Ahí tenemos el ejemplo de grandes filántropos como Bill Gates, Michael Bloomberg, Warren Buffett, John Paulson y Stephen Schwarzman, por solo mencionar algunos. Ayudar se ha convertido para mí casi en un trabajo de tiempo completo. Dedico la mayor parte de mi vida social a la filantropía, yendo a galas benéficas, conociendo personas y organizando eventos para recaudar fondos. Me siento muy afortunada de poder hacerlo.”
Con más de un millón de seguidores en redes sociales, Jean se siente orgullosa del trabajo que eligió. Su incansable labor filantrópica en la sociedad la hizo merecedora, en noviembre de 2022, del reconocimiento del Congreso de los Estados Unidos. Hoy indudablemente es un referente absoluto de un mundo que, aunque parezca elitista e inalcanzable, es modelo de inspiración para las nuevas generaciones.