La incorporación de las hijas del bodeguero Carlos Moro al órgano de gobierno de la compañía refuerzan la continuidad del legado familiar. Beatriz y Paloma Moro continúan así la tradición de siglos en la elaboración de vinos y aseguran el futuro de las bodegas.
La entrada de Beatriz y Paloma supone mucho más que dos nuevas incorporaciones a una compañía que lleva operando desde 1988, cuando el padre de ambas, Carlos Moro, fundó el negocio que hoy disfruta de una fama suprema. La incorporación de las dos hijas Moro a Matarromera asegura el futuro familiar de la misma de las bodegas, mantiene vivo el legado transmitido generación tras generación y da mayor fuerza al mensaje que la empresa viene comunicando desde hace tiempo: adaptación a los nuevos tiempos, como la firme apuesta por la sostenibilidad (desde el origen una seña de identidad) e innovación. A su vez, ejes principales de Matarromera.
Sus nueve bodegas están presentes en seis de las denominaciones de origen más importantes de nuestro país y sus vinos llegan a más de 80 países. Esto hace de la empresa impulsada por Carlos Moro, a finales de los años 80, un referente en el sector en el que con tanta soltura se mueven y tan bien están considerados; y será para Beatriz y Paloma otro foco importante en el que poner la mirada, seguir creciendo como marca y consagrar, todavía más, la fidelización del cliente.
Y en materia de comunicación, la apuesta por la internacionalización que ha llevado a cabo la compañía desde sus inicios se verá potenciada por la visión exterior de Paloma y Beatriz quienes, en la actualidad, residen fuera de España. Esta visión global, unida a su juventud, ha favorecido en ambas una mayor conciencia sobre unos hábitos de vida saludables. Su sentido de la responsabilidad sobre los ingredientes que conforman nuestra dieta hace que aboguen por productos ecológicos, o sin alcohol, una tendencia en el mundo actual y en la que la compañía ha sido pionera a través de proyectos innovadores como la Bodega WIN Sin Alcohol.
Esta nueva suma viene acompañada de una necesidad en el mundo empresarial actual, la paridad de género y la apuesta por el talento femenino. En palabras del empresario, “Lo mejor está por venir, como el mejor vino”. Su objetivo es convertir Matarromera en una compañía agroalimentaria de referencia, y qué mejor forma de hacerlo que contando con la experiencia y conocimiento familiar en esta materia de Beatriz y Paloma Moro.
La visión empresarial que siempre ha demostrado Moro le ha llevado a conseguir, con la primera cosecha de Matarromera de 1994, el Premio al Mejor Vino del Mundo y la Gran Medalla de Oro en la International Wine Competition. El bodeguero y empresario había alcanzado a sus 30 años el máximo nivel profesional en la Administración Pública y había decidido volver a su tierra natal para dar continuidad a esa saga de agricultores que durante siglos había cultivado viñas y abierto bodegas. Hijo, nieto, biznieto y tataranieto de viticultores no estaba dispuesto a interrumpir la cadena familiar, sino a potenciarlo y mejorarlo.