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La historia de las mujeres silenciadas por el imperio Disney

En 2013, Frozen llegaba a los cines de todo el mundo marcando un hito tras otro. Para empezar, fue la primera película en recaudar más de mil millones de dólares (y también la primera de Walt Disney Animation Studios en emplear a una codirectora, Jennifer Lee). Eso por no hablar de su historia, que por primera vez se centraba en dos hermanas. Pero ese carácter feminista, muy comentado en el momento del estreno, no era en absoluto una novedad para el estudio del ratón Mickey.

“Las mujeres artistas tienen derecho a esperar las mismas oportunidades de progreso que los hombres”, afirmó Walt Disney a sus empleados en un célebre discurso en 1941, “y honestamente creo que pueden contribuir con algo a este negocio que los hombres nunca podrían aportar”. En su ilustrativo estudio The Queens of Animation: The Untold Story of the Women Who Transformed the World of Disney and Made Cinematic History, Nathalia Holt explica que Walt Disney ha estado contratando artistas femeninas en sus departamentos de historia y animación desde la década de 1930. Mientras que la mayoría de los estudios de animación de Hollywood de la época relegaba a sus empleadas a los departamentos de tinta y pintura, en los estudios Disney había mujeres por todas partes: en el departamento de guion, dibujando arte conceptual, creando guiones gráficos y buscando originales literarios que pudiesen adaptarse a la pantalla. De hecho, incluso hubo mujeres en el departamento de animación, definiendo el aspecto de los personajes y tramando la acción entre escenas.

De arriba abajo: Bianca Majolie, empleada de Disney ya en 1935; Sylvia Holland, ilustradora y dibujante; Mary Goodrich, aviadora, reportera y adaptadora de cuentos; Reta Scott, animadora acreditada en Bambi; y Jennifer Lee, codirectora del largometraje Frozen (2013).

Bianca Majolie fue la primera mujer contratada en el departamento de desarrollo de historias, exclusivamente masculino hasta 1935. Ella fue quien tradujo Le Avventure di Pinocchio del italiano original y estudió cómo adaptar la historia a la pantalla. A partir de la fábula de Carlo Collodi sobre un travieso títere de madera, dotó al guion de un tratamiento más profundo sobre lo que supone ser una persona. Según recoge Nathalia Holt, Majolie trabajaría en una amplia gama de películas: seleccionando música para Fantasía, dibujando el arte conceptual para Cenicienta, escribiendo material para Peter Pan o creando un simpático elefante que sería la inspiración directa para Dumbo. Pero todos esos éxitos le costaron la envidia y el rencor de sus colegas masculinos, que le hacían la vida literalmente imposible “Me senté en un rincón con el corazón latiendo salvajemente y sin aliento”, escribió en una carta a un amigo sobre una reunión. La carrera de Majolie en Disney terminó en 1940 cuando, al volver de unas vacaciones, se encontró a otra persona trabajando en su mesa: ni siquiera le notificaron oficialmente que estaba despedida.

El de Majolie es solo uno de los casos de mujeres que hicieron grandes trabajos en la edad dorada de los estudios Disney, entre 1930 y 1970. En la misma época que Majolie, también anda por allí Sylvia Holland, ilustradora y dibujante de guiones gráficos que trabajó en estrecha colaboración con el departamento de efectos visuales para convertir Fantasía en una delicada interpretación del arte y la naturaleza. Sus ideas supusieron toda una revolución en el momento, logrando que los copos de nieve se arremolinaran y las gotas de rocío brillaran, utilizando para ello una mezcla inusual de virutas de metal, pequeñas luces centelleantes y copos de nieve cortados a mano deslizándose por una pista en forma de ese. La evolución y desarrollo de sus ideas permitirían también, en Bambi, conseguir una profundidad y realismo sorprendentes. En esa película trabajaba también Retta Scott, cuyos aterradores bocetos de perros de caza que parecían saltar de las páginas, además de la diversidad y efectividad de otras propuestas, la convirtieron en la primera animadora acreditada del estudio.

Mary Blair, contratada personalmente por Walt Disney en 1940, trabajó en varios proyectos con Majolie y Holland antes de viajar a Sudamérica junto al gran jefe y un pequeño grupo de artistas para la película Saludos, amigos. Según explica en su libro Nathalia Holt, aquel fue el primero de muchos viajes de investigación para Blair. Disney valoraba tanto su trabajo que acabó convirtiéndola en directora de arte, y como tal aportó su talento a películas legendarias del estudio como Cenicienta, Peter Pan o Alicia en el país de las maravillas. De hecho, se considera que su estilo audaz y moderno ayudó a definir el perfil de las películas de Disney en la década de los cincuenta. El aprecio por ella hizo que el empresario la pusiera también a trabajar en varios proyectos para su parque temático, Disneylandia. Sin embargo, una vez que Disney murió, en 1966, la compañía la despidió y no volvió a contar con ella.

Cerramos este repaso por “las mujeres de Disney” volviendo a Frozen, y con ella, descubrimos a Mary Goodrich. Goodrich era una reportera del Hartford Courant y una aviadora que a los 26 años completó el primer vuelo femenino en solitario a Cuba. Además de su trabajo en Fantasía y Dumbo, Goodrich se encargó de preparar, en 1938, un tratamiento de La reina de las nieves, un cuento escrito por Hans Christian Andersen en 1844. La tarea no fue fácil, ya que el cuento constaba de siete historias fragmentadas y carecía de una narrativa clara. Sin embargo, era imposible no quedar fascinado por sus ideas sobre el poder redentor del amor y el triunfo de los niños vulnerables sobre los adultos destructivos. Ocho décadas después, sus ideas sirvieron de base para una película que ha hecho historia.

Estas fueron solo algunas de las mujeres que aportaron su talento al imperio creativo de Disney, artistas cuyo nombre nunca fue popular y que en demasiadas ocasiones sufrieron las represalias de sus compañeros masculinos ante la superioridad de su trabajo. Su dedicación y férreo compromiso marcó la evolución de los personajes femeninos en el cine, hizo avanzar la tecnología de este medio y ayudó a derribar barreras de género, hasta llegar a las tramas de empoderamiento que empezamos a ver en el cine de animación en la actualidad