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Los guiños del look de Leonor en los Princesa de Asturias y otras claves de la ceremonia

La ciudad asturiana de Oviedo se vistió de gala en una de sus fechas más destacadas del calendario, con la llegada de numerosos premiados como Meryl Streep, Haruki Murakami o Eliud Kipchoge.

La familia real, junto con la reina Sofía, a su llegada al Teatro Campoamor de Oviedo.

Sin lugar a dudas, octubre lleva el nombre de la Princesa Leonor. Tras su radiante ceremonia en Zaragoza donde juró la bandera de España al finalizar su instrucción militar, la heredera al trono deslumbró en la gala de los premios Princesa de Asturias. Entre los premiados se encontraban la actriz estadounidense Meryl Streep, el escritor japonés Haruki Murakami y el atleta keniata Eliud Kipchoge.

Un vestido en memoria de Asturias

No es la primera vez que la princesa de Asturias viste de color azul para una velada especial, pero sí la primera vez que su apuesta va en un tono tan asturiano como el elegido para la última entrega de los Premios Princesa de Asturias. Su cita más señalada del año. La heredera ha lucido un elegante diseño de estilo ‘New Look’ de Moisés Nieto, en azul marino (vestido con dos pequeños volantes en la cintura, falda de tul, cuello pico y media manga), en tributo a la bandera de la comunidad autónoma en la que se han entregado los premios que llevan su nombre. Con este gesto, adopta la costumbre de su madre, la reina Letizia, que en cada uno de sus looks incluye un mensaje. Una Letizia que ayer vestía con un elegante vestido negro firma de la marca de Carolina Herrera, últimamente habitual en el vestuario de la monarca, que complementó con unos zapatos de Aquazzura. Por otro lado, la infanta Sofí optó también por una marca española, Cardié, la misma que escogió para su vestido de la víspera de los premios. Esta vez, su apuesta era por un vestido midi bicolor que ya está fuera de stock en la web de la firma sevillana.

La princesa Leonor acompañó su look con unos pendientes en forma de argolla, en oro blanco y diamantes, acabados con una piedra aguamarina en forma de lágrima, de la firma Bvlgari. Un regalo que la marca le hizo a la Reina con motivo del nacimiento de la primogénita del matrimonio y futura heredera, un 31 de octubre de 2005. Esta emotiva decisión deja entrever la tradición existente en la familia real de heredar las joyas de generación en generación.

El discreto atuendo elegido por Leonor para una noche tan cargada de significado para ella y el país transmite un mensaje de sobriedad y austeridad. Estos conceptos están muy ligados a la vida pública que llevan sus padres: menos es más. Y más en especial su madre, fuente de inspiración de looks elegantes. De ahí la ausencia de complementos llamativos, para dejar la atención de los medios a los verdaderos protagonistas de la cita: los premiados.

Un discurso maduro y lleno de emociones

Sin duda, para la Princesa Leonor, los últimos meses no han nada sido fáciles. Su adiestramiento militar y su etapa escolar en Gales ha supuesto un enorme reto para ella y también para sus padres. Prueba de ello es el honor con el que recordó sendas experiencias al inicio de su discurso.

Poco después de recordar que en 10 días cumplirá la mayoría de edad, quiso hacer hincapié en la labor tan importante que tienen los jóvenes de su generación, pidiéndoles que luchen por una sociedad mejor e igual. Sin importar la familia de la que vengan y poniendo el foco en la lucha contra el cambio climático. Después y como es costumbre en los discursos de la heredera en la gala de sus premios, destacó los valores que ha aprendido de los diferentes premiados. Empezando por la actriz Meryl Streep, a la que miraba con ilusión las palabras de la princesa, como si de un familiar más se tratara.

El Rey apela a la unidad como solución

E Rey Felipe VI emitió, como era de esperar, un discurso mucho más político y sereno que el de la Princesa Leonor. Durante poco más de 20 minutos, el monarca español emitió diferentes mensajes, algunos dirigidos los representantes del Gobierno español presentes en la ceremonia. En concreto, expresó que «las soluciones llegarán como siempre ha sucedido y demuestra la historia de España de la unidad, nunca de la división», dando a entender su postura lógica frente a un posible acuerdo entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont.

Felipe VI también lamentó que este nuevo milenio haya traído consigo dos de las guerras más duras de los últimos tiempos. En su discurso, el monarca defendió el fin del conflicto en Ucrania para así recuperar pronto la economía europea y discutió sobre la situación devastadora que se vive en estos momentos entra Israel y Palestina: «Proliferan de nuevo los enfrentamientos causando auténticas tragedias de gran magnitud y alcance global, llenas de horror y devastación que ignoran y desprecian la vida, la dignidad y los derechos humanos de millones de personas», señaló el monarca.

Meryl Streep y la empatía

Era de esperar que otro de los discursos más esperados de esta gala fuera el de la actriz estadounidense, Meryl Streep. La intérprete, que dio vida a un sinfín de personajes en la gran pantalla, recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes por su exitosa y extensa carrera cinematográfica. Atenta desde el primer minuto al discurso de la Princesa Leonor, Streep se subió al atril para agradecer tanto el galardón como el cariño del pueblo español a su llegada al Teatro Campoamor de Oviedo.

Gracias a ese cariño nutrido del público español y de la elegancia de la propia gala, Meryl Streep añadió algo más de emoción a los diferentes discursos que se habían emitido hasta entonces. Primero, recordó que durante su estancia universitaria, se encargó de llevar el vestuario de una obra teatral de Federico García Lorca, ‘La Casa de Bernarda Alba’: ««Lorca escribió el apasionado grito de Martirio dos meses antes de su propio asesinato, en vísperas de otro cataclismo. Que pudiera ver desde tan alto, que mirara con tanta distancia los acontecimientos que tanto amenazaban su vida, es extraordinario. Que pudiera expresar, a través de Martirio, una sabiduría que no lo salvaría, pero que sería una advertencia para el futuro, era un don. Actuar en una obra como esta es prestarles a los muertos una voz que los vivos pueden oír. Es el privilegio de un actor y es su deber«.

Streep también recordó algunos consejos que le dio su amiga y también actriz española, Penélope Cruz: «Me dijo: “¡No puedes vivir tu vida mirándote a ti mismo desde el punto de vista de otra persona!”«. También se acordó de Pablo Picasso y otros muchos más a los que ella consideraba sus héroes. Pero el momento más culmen de su discurso fue cuando habló íntegramente de su profesión: «La empatía es el corazón palpitante del don del actor. Es la corriente que nos conecta, a mí y a mi propio pulso, con el de un personaje de ficción. Puedo hacer que su corazón se acelere, o calmarlo, según lo requiere una escena. Y mi sistema nervioso, conectado por simpatía al suyo, lleva esa corriente hacia usted que está sentado en su butaca, y hacia la mujer sentada a su lado, y hacia su amiga, también. Pero siempre me he sentido impulsada también a comprender ese otro instinto, contra intuitivo, que nos lleva a interesarnos por los extraños; esa capacidad imaginativa que tenemos para seguir las historias de personas ajenas a nuestra tribu como si fueran nuestras».