Un vídeo de PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) reafirmó a Andrea Nuñez en su amor por los animales y desprecio al maltrato que sufrían, además de potenciar sus ganas de conjugar su profesión como diseñadora de moda con su nuevo estilo de vida vegano y ecológico, para realizar el menos daño posible al mundo que habitamos.
“Cuando encontraba una marca vegana y ecológica, estéticamente no hablaba de mí. Yo quería lujo, calidad, diseños contemporáneos y atractivos. No lo encontraba y decidí lanzarme a la creación de Sambar”, añade la fundadora de la marca de bolsos que respeta los valores éticos, pero no quiere renunciar al diseño de una pieza única.
En la búsqueda del nombre, la diseñadora dio con una especie animal en extinción que le tocó el corazón: “Un ciervo majestuoso, de los más grandes y bonitos, y también de los más cazados. Su especie, Sambar, está tan cotizada que se ha visto disminuida en un 50% en los últimos 30 años. Me conmovió y lo convertí en el símbolo de lucha de la marca”.
El respeto por la naturaleza, su pasión por la arquitectura y el arte –bien reflejadas en la forma de los bolsos– y la inspiración brotada de la rutina del día a día son los ingredientes perfectos para dar valor a la marca con colores, texturas y estampados orgánicos y estética arquitectónica.
“Lo más complicado fue encontrar el material que incluyera lujo, calidad y sostenibilidad; pero después de años lo encontré. Está hecho, sobre todo, de plásticos reciclados, fibras orgánicas y origen español (que permite decir que somos Made in Spain). Otro sueño cumplido fue confeccionar esta piel vegana en Ubrique, la meca de la piel española, y disponer de su profesionalidad”, nos cuenta Andrea.
“Es importante diferenciar en moda el veganismo de la sostenibilidad: un material vegano no contiene nada de origen animal, pero no por eso tiene que ser sostenible. Como vegana me gusta que las marcas apuestan por alternativas al cuero, pero tendrían que ir más allá y buscar, también, las que no impacten en el medio ambiente”, continúa.
Ideas claras para una marca novata que ya tiene en mente ampliar su catálogo de oferta a medida que vaya creciendo, siempre y cuando la escalada sea sostenible y responsable. Y para marcar más la diferencia, no sacan seis colecciones al año –con excedente de modelos y stock– porque la apuesta siempre es hacer piezas limitadas y atemporales que puedan durar años en las manos del cliente, aunque le encantaría hacer más accesorios y algo de calzado.
En cuanto a su labor como empresaria, lo tiene claro: “Lanzamos en un momento de pandemia y esto supuso retos, pero la comunidad científica dice que es ahora cuando tenemos que hacer un cambio y que el calentamiento global ya es inminente. Tristemente, la moda está todavía muy alejada de la sostenibilidad, tanto en cliente como en consumidor”.