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Por qué hay sólo una mujer entre los 50 deportistas mejor pagados del mundo

Naomi Osaka estableció un récord de ganancias para las atletas femeninas con unos 60 millones de dólares en los 12 meses que terminaron el 1 de mayo de 2021; suficientes para colocarla en el puesto 12 entre todas las atletas. Al año siguiente, igualó prácticamente esa cifra con 59,2 millones de dólares, situándose en el puesto 19 de la lista de ganancias. A pesar de ello, como las lesiones la mantuvieron alejada de las pistas de tenis durante gran parte del año pasado, y su embarazo prolongó su ausencia -limitando no sólo el dinero de sus premios, sino también sus ingresos por patrocinio-, este año la atleta se queda fuera de la lista de los 50 deportistas mejor pagados por primera vez desde 2019.

Eso deja a una sola mujer en la lista de élite: Serena Williams, que asciende al número 49 tras haber ganado en torno a 45,3 millones de dólares en los últimos 12 meses previos a los impuestos y honorarios de agentes, la gran mayoría provenientes de acuerdos de patrocinio con más de una docena de marcas, incluidas Nike, Lincoln y Michelob Ultra.

Sin embargo, es probable que ésta sea la última aparición de Williams en la lista después de escribir en agosto en Vogue que estaba lista para alejarse del tenis con el fin de centrarse en su familia. Asimismo, la tenista reveló hace dos semanas en la Gala del Met que estaba embarazada de su segundo hijo.

Williams ha sido siempre una incondicional de la lista, habiéndose situado seis veces entre las 50 primeras en los últimos nueve años, así como habiendo ganado más de 470 millones de dólares en total desde que se hizo profesional en 1995. Pero no siempre ha tenido compañía. Desde al menos 2012, sólo otras tres mujeres se han clasificado entre las 50 primeras: Osaka y las ya retiradas Maria Sharapova y Li Na. En 2017, 2018 y 2019, no hubo ninguna mujer en la lista del top-50.

Es poco probable que esa tendencia aleccionadora cambie pronto. Basta con echar un vistazo a la clasificación de Forbes de las deportistas mejor pagadas de 2022, donde la que más gana, aparte de Williams y Osaka, es la esquiadora de estilo libre china Eileen Gu, con una cifra estimada de 20,1 millones de dólares; menos de la mitad de los 45,2 millones que necesitó para situarse entre las 50 mejores deportistas de 2023. Y el listón sigue subiendo, ya que el umbral de los 50 mejores de este año se ha duplicado respecto a los 22,3 millones de dólares establecidos hace diez años.

Hasta ahora, las deportistas no han tenido las mismas oportunidades fuera del terreno de juego que sus homólogos masculinos. Aunque eso ahora está cambiando: «las marcas están empezando a ver el valor del deporte femenino aquí y ahora como motor de su negocio», declaró a Forbes el año pasado Cameron Wagner, que dirige el negocio de representación de marcas de Elevate Sports Ventures como directora de clientes. En 2022, la gimnasta Simone Biles y las ases del tenis Emma Raducanu y Venus Williams se sumaron a Serena Williams, Osaka y Gu en el hecho de ganar ocho cifras gracias a sus patrocinios, apariciones y otros negocios.

Aún así, el verdadero problema que persiste es la remuneración en el trabajo, desde los salarios hasta los premios en metálico, que se ven reducidos a los ingresos de la liga. El año pasado, un informe del National Research Group calculó que el valor de todos los derechos de retransmisión de deportes femeninos en Estados Unidos ascendía a 47,7 millones de dólares, un 29% más que en 2021; una cifra microscópica si se compara con los 2.660 millones de dólares que la NBA ingresa de media por sus acuerdos de derechos con ESPN y Turner Sports. Y la NBA, por supuesto, espera al menos duplicar esa tarifa en los nuevos acuerdos que comenzarían con la temporada 2025-26. Este tipo de disparidad vislumbra en gran medida por qué los salarios máximos de la WNBA rondan los 230.000 dólares, mientras que el mínimo de la NBA supera los 900.000 dólares.

Las mujeres salen mejor paradas que los hombres en los deportes individuales, pero incluso en el tenis, donde los cuatro torneos del Grand Slam ofrecen igualdad salarial desde 2007, persiste una brecha de género en los eventos más pequeños. En el Open de Italia de este mes, por ejemplo, la bolsa de premios femenina, de 3,9 millones de dólares, es menos de la mitad que la masculina, de 8,5 millones.

El deporte femenino está en auge gracias a la llegada de nuevos propietarios a la Liga Nacional de Fútbol Femenino y al aumento de la audiencia televisiva del baloncesto femenino. La WNBA se benefició el mes pasado de un nuevo acuerdo de retransmisión, que se suma al que ya tenía con la ESPN, y la NWSL abrió en enero la puja por sus derechos audiovisuales, con la esperanza de que también pueda traducir el aumento de la atención en dinero. La Copa Mundial Femenina de este año también representará un importante paso adelante, ya que la FIFA anunció que el premio en metálico del torneo ascenderá a 150 millones de dólares, diez veces más que en 2015.

Pero eso sigue siendo solo un tercio de lo que ganaron los hombres en el Mundial de Catar el año pasado. Y hasta que no se cierre ese abismo, las mujeres deportistas empezarán con desventaja en la carrera de las ganancias.