Es una pieza clave para entender la proyección cultural y comercial de México en España en las últimas décadas. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas, MBA por el Instituto de Empresa, ex cónsul en Milán y exdirectora de la Oficina ProMéxico en España, Ximena Caraza (Ciudad de México, 52 años), ha dedicado su vida a tender puentes a ambos lados del Atlántico obteniendo numerosos reconocimientos como el Premio Innova 2005 a manos del presidente mexicano.
Esta magnética mexicana llena de ideas y vitalidad es la directora general de la Fundación Casa de México, un proyecto que ha logrado unir con éxito a los sectores público y privado y a la sociedad civil para promover el fortalecimiento de las relaciones bilaterales a través de la cultura, el arte, los negocios y el desarrollo comunitario. Condecorada en España con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, Ximena nos recibe en el luminoso despacho de la Fundación cuando se cumplen cinco años de aquella inauguración a contrarreloj.
¿Qué balance hace de su gestión al frente de Casa de México?
Está siendo muy exitoso. Cuando llegamos quería estar muy cerca del barrio, al estilo de los museos franceses, y me reuní con los representantes de Chamberí para que el distrito nos quisiera. A partir de ahí hemos conseguido muchos hitos: cada año unas 120.000 personas visitan Casa de México en el día de los muertos. Además estoy muy orgullosa de haber traído la exposición de Frida Kahlo (Alas para volar, 2022) que hacía 40 años que no pisaba Madrid de esta manera. También acogemos gastronomía, cine, literatura, música… y hay una parte de nuestro trabajo más desconocida dedicada a promover inversiones. Apoyamos a empresas mexicanas que quieran internacionalizarse a España y viceversa.
Teniendo en cuenta su experiencia como impulsora de las relaciones comerciales bilaterales, ¿se involucra personalmente en ese área?
Sí, ahora en el 5º Aniversario vamos a organizar un foro y una comida con 50 empresarios mexicanos de muy alto nivel que ya viven en España. La fuerza empresarial mexicana está aterrizando en España y sacando sus tentáculos para invertir. No olvidemos que México es el país de América Latina con mayor inversión en España. Algunas personas se sorprenderían al saber que VIPS, Bimbo, Campofrío, Cinépolis, Yelmo, AvanzaBus o CEMEX son mexicanas.
El talento de México está en expansión, el país ha estado muy presente en las últimas ediciones de los Oscar, se abren cientos de restaurantes, se estrenan musicales…
Por primera vez México está dándose a conocer en el mundo y en particular en España. Tardamos en salir de nuestro cascarón y eso es lo que hacemos desde Casa de México. Nuestra cocina, por ejemplo, está reconocida por parte de la UNESCO como un intangible por su diversidad. Hoy por hoy sólo en Madrid ya contamos con 170 restaurantes, es una locura. De hecho, hemos creado el sello Copil que premia y certifica la excelencia la gastronomía mexicana en Madrid, tanto si es un gran restaurante como si es una sencilla taquería.
Caraza sabe de lo que habla. Se crió entre fogones siendo la pequeña de cinco hermanos. Su madre, experta cocinera, fue presidenta de la Academia de México de Gastronomía y le inculcó una herencia culinaria de la que se siente “muy orgullosa” y lleva a gala en la Fundación. Rebelde por naturaleza, suele guiarse por una máxima: “Sólo tenemos una vida y no hay que malgastarla”. Ella no la desperdicia. Entre semana no es extraño verla con su selecto círculo de amigos acudiendo al teatro, al cine o a cenar.
Algunas personas se sorprenderían al saber que VIPS, Bimbo, Campofrío, Cinépolis, Yelmo, AvanzaBus o CEMEX son mexicanas
Los fines de semana, ella y su marido Olivier Lechére, director general de Chanel en España y Portugal, se refugian de tanta actividad en su casa de campo de las afueras. Allí Ximena busca su equilibrio leyendo, caminando, cocinando y paseando a su golden Canelo “que ya está viejito”. Ese es su espacio sagrado o, como ella dice, “mi cueva, donde me rearmo para afrontar durante la semana un trabajo tan absorbente que requiere estar con tanta gente”.
Uno de los pasos vitales que más le ha costado recientemente ha sido separarse de sus dos hijos Carlota, quien actualmente trabaja en París, y Nicolás, afincado en Nueva York. “Vivir alejada de ellos es duro, tristísimo y espantoso”, confiesa, y asegura que ella sería como un marsupial, esos mamíferos famosos por cargar a sus crías, como los koalas.
¿Tuvo algún choque cultural al llegar a España hace 26 años?
Al contrario. España me recibió con los brazos abiertos, yo sentí que éramos primos hermanos por usos y costumbres. Compartimos la alegría por la vida. El español y el mexicano se quieren y estiman, son cercanos.
¿Qué clichés sobre México o España ha encontrado?
Hay muchos. Mexicanos y españoles creemos conocernos más de lo que nos conocemos. No todo en México son mariachis y tequilas y no todo en España son toros y paellas.
¿El concepto de esta Fundación abierta a la ciudad fue suyo?
Hace 20 años México regaló a este país un espacio que hoy es el Centro Cultural español en DF. Y España se retrasó al corresponderles con lo mismo. Fue la alcaldesa Manuela Carmena quien quiso cumplir y nos ofreció este palacete como agradecimiento por cómo México se portó con los españoles en momentos difíciles. El Gobierno de México rechazó la propuesta por razones presupuestarias y ahí aparecí yo. Hablé con la embajadora y le planteé la opción de recibir financiación privada. Por suerte fue fundamental la generosidad de Valentín Diez Morodo, presidente del consejo consultivo del Grupo Modelo, el grupo cervecero más grande del mundo, que financia este proyecto al 100%. Su padre llegó con muy pocos recursos de España a México y Valentín, una de las grandes fortunas del país, dijo que quería devolverle algo México por todo lo que le había dado.
Los fines de semana se refugia en su casa de campo con su marido Olivier Lechére, director general de Chanel en España y Portugal
El palacete centenario que hoy alberga Casa de México fue construido hace un siglo por el arquitecto Luis Bellido. En los años 80, cuando permaneció semi abandonado acumulando hojas frente a su fachada gris, algunos niños de Chamberí lo bautizaron como ‘la casa de las brujas’. El edificio tiene una larga historia que incluye haber acogido las oficinas del INEM y una breve okupación con una paradójica pintada: Fuera sudakas.
Hoy, con esos grafitis sepultados bajo capas de pintura que se renuevan tras cada exposición, el palacete ha pasado a ser una Fundación única, capaz de llevar a Madrid una visión moderna de México y de reconvertir aquel edificio sombrío en un reclamo de color.
¿Qué fue lo más complicado a la hora de poner este proyecto en pie?
Rehabilitar el edificio en ocho meses. Fue desesperante porque siempre me decían: “No se puede” y yo contestaba: “¡Claro que sí!”. Tres días antes de la inauguración esto era un caos. Pero lo conseguimos. El otro reto era tener éxito. Temía que fuese una casa más porque en Madrid hay mucha competencia. Y hoy digo con orgullo que en cuatro años hemos tenido 700.000 visitantes con dos años de pandemia.
¿Le ha condicionado el hecho de ser mujer durante su carrera?
Ahora no, pero en etapas anteriores sí. A lo largo de mi vida he tenido que cambiar mi vestimenta, ponerme pantalón y camisa, excluir faldas y escotes. Por suerte hemos conseguido avanzar, pero fue muy duro. Jefes que te faltaban al respeto, que abusan psicológicamente de ti. A veces eso te hacía redoblar el paso y trabajar mucho más para mostrar tu valía.
¿Se ha sentido concernida por el movimiento #Seacabó?
Al 100%. También pienso que si hoy en día me faltaran al respeto, me voltearía, les respondería con libertad. Pero es por mi edad, por mi experiencia y nivel. Si tuviera 22 años no sé si tendría esas tablas. Aunque creo que esta generación es mucho más consciente de qué es faltar al respeto y qué es inaceptable. Nosotras nos callábamos, la generación de nuestras hijas ya se atreve. Aun así, no estamos vacunados, sobre todo en los países de habla hispana. Dicho esto, en ocasiones nos pasamos de un extremo a otro.
Ximena forma parte de varios consejos de administración (Nilaya Properties de RLH, Realia, Alterna Inversiones y OHLA) compuestos mayoritariamente por hombres. Contraria a las cuotas, respeta que permanezcan única y exclusivamente hasta que la mujer se vea representada “con normalidad” en el mundo empresarial.
Su trayectoria ha sido reconocida con varios galardones entre los cuales destaca la Real Cruz de Isabel la Católica. Cuando la llamaron del ICEX para anunciarle la condecoración se puso a llorar. “Detrás de todo lo que he conseguido ha habido un esfuerzo enorme. En mis dos embarazos trabajé hasta un día antes de dar a luz y tuve que volver a trabajar al mes de los partos. Fue muy duro. Ni siquiera pude recuperarme y permanecer en mi cueva. Hoy ves a una mujer exitosa, pero para llegar al éxito hay muchas piedritas en el camino”.
Después de recibir la Real Cruz de manos del Rey Juan Carlos I, Caraza entregó el galardón a sus padres en agradecimiento a su apoyo a lo largo de los años, porque “todo esto no se logra sola”. Un reconocimiento que extiende “a Olivier, a mis hijos Carlota y Nicolás, a mis cuatro hermanos, a mi equipo, a Valentín. Y siempre a mi querido México”.