Una nueva investigación realizada en Chile, sugiere que la participación de las mujeres en el fútbol puede contribuir a su empoderamiento social, político, sanitario y económico. La investigadora Ali Ryan-Mosley realizó 33 entrevistas a jugadoras de fútbol, de edades comprendidas entre los 18 y los 60 años y que habían jugado al fútbol como aficionadas o profesionales. Aunque el estudio fue cualitativo y se basó en una muestra pequeña, sus conclusiones concuerdan con otras investigaciones que sugieren que la participación de las mujeres en el deporte está positivamente correlacionada con el empoderamiento. Jugar al fútbol puede favorecer la autonomía económica de las mujeres.
Aunque para ese estudio Ryan-Mosley no ha contado con la opinión de las actuales campeonas el mundo, estamos convencidos de que Aitana Bonmatí, Olga Carmona y Jennifer Hermoso, por citar solo a tres de las jugadoras de la selección española femenina de fútbol, están totalmente de acuerdo con el resultado. De hecho el pasado viernes la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, volvió a referirse a nuestra equipo femenino durante una entrevista en Hoy por Hoy, y aunque no hizo mención al empoderamiento económico, sí recalcó que fueron un ejemplo de sororidad, igualdad y compañerismo.
Volviendo al estudio de Ryan-Mosley, su autora afirma que, aunque esperaba obtener como resultado los niveles de empoderamiento social y sanitario que encontró, le sorprendió que las participantes atribuyeran al fútbol su empoderamiento económico. «Muchas atletas sentían que su carrera futbolística estaba ligada a un sentimiento de confianza profesional, ambición, trabajo en equipo, disciplina y liderazgo, habilidades muy valiosas en el lugar de trabajo», argumentó.
Una de las participantes dijo: «Ahora que dirijo a un grupo de personas, me he dado cuenta de que algunas de las habilidades que desarrollé en el fútbol me ayudan a ser más eficiente. Por ejemplo, se me da bien delegar tareas. Además, creo que soy mejor líder y puedo dar órdenes de una manera muy empática, gracias a mi experiencia en el fútbol«. Otra añadió: «El fútbol agudizó mis habilidades de trabajo en equipo».
Las participantes también declararon tener más confianza en sí mismas, esto les ayudó a perseguir los trabajos que querían. Una deportista contó: «Jugar al fútbol me da confianza para conseguir lo que quiero, ya sea una carrera o un sueño y los objetivos que tengo en la vida.»
Ryan-Mosley añadió: «Las entrevistadas hablaban de las habilidades que han aprendido y aportan al lugar de trabajo, y de cómo se sienten más seguras para desempeñar funciones de liderazgo. Van por el trabajo que quieren. No quieren perder el tiempo haciendo cosas que no quieren hacer». La participación en los deportes «les aportó ambición y confianza», afirmó Ryan-Mosley.
La participación en los deportes «les aportó ambición y confianza», afirmó Ryan-Mosley.
Para varias participantes, el fútbol les dio la oportunidad de ir a la universidad. Algunas de las deportistas señalaron que no habrían obtenido sus títulos universitarios de no ser por el fútbol. Un participante dijo: «Creo que si no hubiera jugado al fútbol, no habría entrado en la universidad en primer lugar».
Barreras para la participación de las mujeres en el fútbol
La investigación de Ryan-Mosley también identificó varias barreras a la participación de las mujeres en el fútbol.
Los estereotipos pueden hacer que niñas y mujeres se cuestionen su capacidad para jugar. Para algunas, eso puede significar no intentarlo nunca. Otras se esfuerzan por superar las barreras creadas por los estereotipos y juegan de todos modos. Una jugadora de fútbol del estudio declaró: «Mi percepción de las mujeres ha cambiado gracias al fútbol, porque las estructuras sociales nos hacen creer que algunas actividades están hechas sólo para los hombres y que las mujeres no valen para ellas. Gracias al fútbol, aprendí que las mujeres pueden ser lo bastante buenas para todo, lo que me inspiró a seguir jugando con mujeres.»
La falta de representación también puede limitar la participación, porque niñas y mujeres no ven jugadoras que las representen. Una de las entrevistadas señaló que en Chile los partidos de fútbol masculino reciben una cobertura mediática completa, mientras que los femeninos no.
Algunas mujeres se enfrentan a la falta de apoyo de sus familias, que pueden presionarlas para que realicen actividades más «femeninas». Como dijo una jugadora a Ryan-Mosley: «Yo también tuve problemas con mi familia, porque la mayoría estaba en contra de que jugara. Al fin y al cabo, no era un deporte muy femenino… si juegas al fútbol, eres una marimacho. Mi familia, en general, se oponía a eso».
Sin embargo, la barrera más importante que definieron estas deportistas es la económica. Las jugadoras señalaron que tenían que pagar para jugar en las ligas y que no tenían seguro si se lesionaban. Algunas señalaron que el transporte a los entrenamientos y partidos era un problema. Una señaló que, para las mujeres, la sociedad trata el fútbol como un pasatiempo y no como una profesión, de modo que, en lugar de cobrar por jugar, las jugadoras tienen que pagar por su participación.
Ryan-Mosley señaló: «Algunas mujeres con menos dinero sentían que el fútbol no las empoderaba, simplemente por la cuestión práctica de la financiación. Había una gran falta de inversión en el fútbol femenino, para las camisetas, los tacos o el billete para transportarse y entrenar. Hablaban de cómo el deporte las drenaba económicamente».
Invertir en el fútbol femenino podría dar resultados significativos para el empoderamiento económico de las mujeres
Ryan-Mosley concluyó que la participación en el fútbol contribuye a importantes facetas de la autonomía de la mujer, incluida la económica. En su opinión, la sociedad debe invertir más en oportunidades deportivas para niñas y mujeres.
Casi todas las participantes empezaron a jugar al fútbol de jóvenes, por lo que señaló la necesidad de invertir en el deporte juvenil para que las niñas puedan participar.
Para las jugadoras, las limitaciones económicas suponían un grave obstáculo, ya que luchaban por financiar su participación. Para Ryan-Mosley, abordar los problemas económicos que dificultan la participación de las mujeres, es clave para proporcionar acceso a los beneficios del empoderamiento que genera la participación en el fútbol.
«No puede haber participación deportiva sin abordar las barreras de acceso», afirmó Ryan-Mosley. «Una forma práctica de invertir en las mujeres, es apoyar la participación deportiva».