Forbes Interview

Begoña Villacís: «He sido madre por encima de mis posibilidades. He faltado lo menos posible, pero con un coste personal muy importante»

Ha pasado de su cargo como vicealcaldesa de Madrid a trabajar en el piso 33 de una de las Cuatro Torres del distrito financiero de la capital. A Begoña Villacís no le dan vértigo los cambios. Ni las alturas. Hablamos con ella de su nuevo trabajo y de cómo ha pasado el verano con sus tres hijas.

Begoña Villacís fotografiada en la sede de BeDisruptive, viste jersey y falda de PAROSH y pendientes de SUAREZ.

Ha cambiado el despacho de vicealcaldesa en el histórico Palacio de Cibeles por las vistas de los rascacielos del distrito financiero de la capital. La abogada Begoña Villacís (Madrid, 45 años) nos recibe 48 horas después de anunciar su fichaje como directora global de Relaciones Institucionales de la empresa de ciberseguridad BeDisruptive poniendo fin a una etapa dedicada al servicio público.

Esta mujer de personalidad arrolladora y sonrisa contagiosa ha pasado de vivir acelerada a irradiar serenidad. Tras años intentando llegar a todo por encima de sus posibilidades ha conseguido pasar un verano reparador, conversando y haciendo snorkel durante horas junto a sus tres hijas, Paula (18 años), Jimena (17) y la pequeña Inés (4), dedicando tiempo a algo tan sencillo como “presionar el botón de carita sonriente al salir de algunos espacios públicos”. Por dentro sigue latente el enganche de la política a la que —confiesa— no descarta volver. Ahora inicia una etapa profesional en el sector de la ciberseguridad a la que dedicará todas sus energías a la vez que construye su nueva vida.

¿Le costó dar el paso de regresar al sector privado?

Ha sido al revés. Me dio vértigo entrar en política, no salir de ella. Siempre dije que volvería al sector privado y aquí estoy. Mi gran reto al dejar la vicealcaldía era conseguir encontrar algo que llenase ese gran vacío que me dejaba la política y tenía que decidir si volvía a lo que hacía o buscar algo totalmente nuevo. Y yo no tengo miedo a los cambios. Tengo una excelente relación con mi ex empresa Legálitas, en la que estaba en excedencia, pero después de examinar varias ofertas entendí que necesitaba hacer algo distinto y el sector ciber me resulta muy atractivo.

¿Cómo ha sido su llegada a BeDisruptive?

Viendo el recorrido que ha tenido la noticia de mi incorporación a BeDisruptive yo creo que la gente se esperaba que me fuera a otro partido o a un consejo de administración, como si la política fuese un peldaño hacia ello. Sin embargo yo necesitaba un reto apasionante y disruptivo. Y en BeDisruptive, como su propio nombre indica, entro en una empresa audaz e inteligente que apuesta por la transparencia y la comunicación, algo muy necesario en un sector que se percibe un poco opaco. Estoy en una compañía boutique que hace trajes a medida a sus clientes con un trato personalizado además del valor añadido de la tecnología.

¿En qué consistirá su labor?

Voy a dirigir las relaciones con las instituciones a nivel global. Estamos en un proceso de expansión internacional, ya presentes en Roma y Milán, abriendo en Panamá y en Washington DC. Lo bueno de BeDisruptive es que todas las áreas son porosas, se comunican y juegan conjuntamente en el desarrollo del negocio. Que yo esté aquí tiene que ver con normalizar la ciberseguridad y entenderla como un presupuesto básico para tener un derecho tan fundamental como el de la libertad, porque sin seguridad no hay libertad. Y tiene que ver con entender que la seguridad no sólo es física. La pandemia nos ha dejado muchas lecciones. ¿Y si el próximo ataque es ciber? ¿Hasta qué punto somos vulnerables?

Tras las elecciones anunció que lo primero que haría sería “desintoxicarse” de la política. ¿Objetivo cumplido?

Vaya si lo he conseguido (se ríe), me lo he tomado muuuy en serio. Necesitaba tomarme el verano para mí, aclimatarme, viajar, estar con mis hijas, ver a mis amigos, dejar de ir corriendo a todas partes y volver a ser persona. Aun así no he podido evitar seguir la política como ya hacía antes, porque siempre he creído que es un deber ciudadano. Y ahora podré comentarla desde una tertulia en RTVE porque yo he salido de la política, pero la política no ha salido de mí.  

Primer plano de Begoña Villacís con pendientes de Suarez.

En los últimos meses como vicealcaldesa hubo dudas sobre si acabaría o no en el PP. ¿Gestionaría aquella situación de otra manera?

No. Yo siempre he dicho lo mismo y lo bueno es que ante todas las especulaciones los meses pasan y aquí estoy.

¿Tuvo más ofertas del PP?

Ellos dijeron públicamente muchas veces que tenía la puerta abierta. Yo dije que pelearía por el espacio de centro. No lo he conseguido y aquí estoy, en el sector privado. En la vida la coherencia es muy importante y yo lo he demostrado.

¿Se sintió vetada por Isabel Díaz Ayuso cuando la presidenta dijo que lo mejor de Ciudadanos ya estaba en la Comunidad de Madrid?

Es que yo no sé cómo se pudo sentir ella ante algo que yo no he pedido. Yo en ese momento estaba diciendo: “Voy a defender un espacio de centro y liberal”. Ella puede tener su opinión, pero yo estaba siendo bastante pacífica y clara en este sentido. No le di importancia.

¿Cierra la puerta a volver a la política en un futuro?

Ahora mismo toda mi concentración está en BeDisruptive, no sólo se interviene en la sociedad a través de la política, sino también a través de las empresas que son humanas, y esta lo es a través de sus proyectos de responsabilidad social. Yo soy una conjurada de centro, pero el futuro no está escrito. ¿Quién me hubiese dicho hace diez años que entraría en política? ¿O hace ocho que iba a entrar en una empresa de ciberseguridad? Mi madre tiene una frase que creo que es el mejor piropo que me han dicho en la vida que es: “Begoña, tú no le tienes miedo a la vida”.

¿Se arrepiente de no haber dado el salto a la política nacional?

No, ser vicealcaldesa ha sido un honor. No sé si hubiese tenido esa inquietud en el caso de haber pasado más tiempo en política porque es muy interesante, pero a mí me encanta Madrid, me encanta la capacidad que tienes de hacer cosas de forma directa desde la ciudad.

Ha sido una vicealcaldesa muy mediática, ha recorrido de arriba abajo la capital, ha sufrido escraches… ¿cuál es su balance?

Si tuviera que elegir me quedaría con el bosque metropolitano: cuando esté maduro estaremos hablando de 75 kilómetros de bosque. También el agradecimiento de la gente, haber desbloqueado urbanísticamente Madrid, potenciar el deporte, haber podido salvar tantos bares y restaurantes en pandemia con una herramienta tan sencilla como las terrazas. Y respecto a lo malo, a dos días de dar a luz sufrí un escrache en el recuerdo perfectamente que había gente que se tiraba al suelo delante de mí para que me cayese encima con mi tripa de nueve meses. Cuando dicen que Podemos defiende los derechos humanos yo respondo que es un partido agresivo, violento, hipócrita y salta a la vista que no es feminista.

Begoña Villacís con americana y pantalón Bariloche, sandalias Magrit y pendientes Suarez.

En 2019 protagonizó el primer cartel de campaña de una candidata mostrando su embarazo, ¿cómo vivió esos meses?

Sucedieron muchas cosas. Primero esperar un bebé que no estaba previsto, después que el ginecólogo me dijera que lo iba a tener… ¡3 días después de las elecciones! Que una concejala me acusara de planificarlo para que coincidiera con los comicios… Mi marido estaba delante en ese momento y yo le dije: “A que no hay narices, sujétame el cubata”. Fue una campaña muy dura y bonita a la vez. El segundo trimestre sentí la energía de mi bebé, me sentía más poderosa. Y aunque los medios veían con buenos ojos el embarazo, las encuestas indicaban que la gente opinaba diferente y se preguntaba cómo me iba a apañar yo con dos hijas y un bebé. Así que cuando me hicieron las fotos del cartel y vi que me iban a hacer un primer plano yo me negué y dije: “Esa no soy yo. Esta [señala su tripa] soy yo”. Ese fue mi granito de arena por las mujeres que queremos tener una vida equilibrada sin renunciar a nada. Y luego me llevaba a mi bebé a muchos sitios sin hacer ostentación ni sentirme víctima de nada. De hecho cuando a mí me preguntaron qué me parecía que Carolina Bescansa o Irene Montero aparecieran en público con sus hijos yo respondía que me representaban, porque a lo mejor yo no haría lo que ellas hicieron ni ellas lo que yo hice, pero dejemos de juzgarnos unas a otras.

Ciudadanos ha sido una historia de sonados éxitos y grandes fracasos. ¿Con qué se queda de su paso por el partido?

En España la política se ha convertido en un reality, no tenemos candidatos sino concursantes. Y Cs lo tiene muy difícil en esta atmósfera de zascas, nominaciones y polarización. Si yo levanto en Madrid un bosque metropolitano que es el ejemplo de Europa no consigo atención, pero si llamo hijo de puta a alguien sí. Y es verdad que en Cs hemos cometido errores, pero ¿cuántos casos de corrupción o de mala gestión hemos tenido? ¿Cuántas teles o jueces nos hemos repartido? Ninguno.

Cuando dicen que Podemos defiende los derechos humanos yo respondo que es un partido violento e hipócrita y salta a la vista que no es feminista”

¿Qué sentimientos le produce ver su desaparición?

Siento frustración, pena y una enorme nostalgia porque se ha ido el partido, pero no el espacio. ¿Quién hubiese imaginado que pondríamos el futuro de España en manos de [Carles] Puigdemont? ¿O que la alternativa sería Vox? El problema es que la Constitución, la democracia y la igualdad de los españoles han dejado de ser líneas rojas, ha quedado todo subordinado a la ocupación del poder. Y así es como empiezan a degradarse y caer las democracias. Y todo se podía haber remediado con ese espacio de centro alrededor del cual debería orbitar la política y que es lo que necesita España. De hecho los grandes partidos son mejores cuando compiten con el centro. Mucha gente me para por la calle y me dice que les hemos dejado huérfanos.

¿Se lleva grandes amigos del partido?

Muchísimos. Albert [Rivera] es súper amigo mío, Inés [Arrimadas] también, pero sobre todo mis concejales, con quienes he hecho una piña. Había atajos y salidas fáciles para todos ellos, pero en ese momento decidieron ser íntegros y honorables. No han sido elegidos concejales pero van a ser mis amigos de por vida.

En varias ocasiones la he escuchado pedir perdón a sus tres hijas.

He sido madre por encima de mis posibilidades. Estos años me he matado tratando de faltar lo menos posible, pero con un coste personal muy importante, durmiendo muy poco y sacando horas y momentos increíbles. Tenemos muy buena relación. Este verano ha sido de reencuentro, de hablar mucho, de hacer snorkel una hora, de bailar con Inés en la minidisco… ha sido balsámico.

Usted se divorció en estos años, ¿la política les ha afectado como familia?

Sí, la política afecta pero no escondamos la realidad, en España la mayoría de las parejas se acaban divorciando. A pesar de todo nos organizamos bien y tengo buena relación con mi exmarido [Villacís estuvo casada 15 años con el abogado Antonio Suárez-Valdés]. La política afecta porque es muy invasiva, pero ambos tuvimos trabajos exigentes y muy absorbentes. Aunque he tratado de aislar bastante a mis hijas de la exposición, especialmente a las mayores que son dos bellezones muy reconocibles (y yo ya me he llevado algún susto a nivel personal), quise que en esta campaña Jimena, la mediana, se viniese a mi último mitin a puerta cerrada para que viese cómo luchaba.

¿Y cómo reaccionó?

Recuerdo ver su cara mientras miraba hacia arriba y la gente aplaudía. Yo no buscaba admiración, sino comprensión. Muchas cosas las he hecho como madre pensando en ellas. Y ella es la que más se parece a mí en el sentido de querer cambiar el mundo.

¿Han notado en el colegio consecuencias por ser hijas de Begoña Villacís?

No, salvo algún ejemplo que no voy a comentar. Yo no soy la típica mami que se calla, y eso que no busco el conflicto. De hecho creo que soy de las pocas de Ciudadanos que se sigue llevando bien con todo el mundo en el partido. Evitar el conflicto es una máxima en mi vida, salvo que toquen a mis hijas. Ser madre saca lo peor y lo mejor de ti. Nunca he sentido tanto amor como viendo las actuaciones del cole, cuando dicen el primer “Te quiero mamá”, echan a andar o te cuentan una intimidad siendo ya mayores. Pero tampoco he sentido tanta violencia como cuando vi a un niño de cuatro años pegar a mi hija de dos. Soy una mamá loba.

Mi relación con Rubén Amón la llevo con discreción. Siempre he sido muy reservada con mi vida. Mi intimidad es MÍA”

¿Cómo ha llevado iniciar una relación desde la política con el periodista Rubén Amón?

Con discreción. Es difícil. Siempre he sido muy reservada para mi vida privada. Mi intimidad es mía.

El #Seacabó” originado por el caso Rubiales, ¿le ha traído a la memoria situaciones machistas?

He vivido situaciones complicadas de verdad. Hace mucho tiempo tuve un intento de agresión. Recientemente, como vicealcaldesa de Madrid, un hombre me dijo una cosa muy grosera en un entorno que no se debía permitir y fui cortante de forma bastante elegante. De todas formas sería bueno discriminar y no tratar todas las situaciones por igual. Con el tema de los piropos, por ejemplo, los hay que te hacen sentir incómoda y los hay que son halagos. En algún momento me han dado un pico y lo he descargado de importancia, pero no venía de un superior. El problema es que ese feminismo que pretende que todas nos comportemos igual y que defiende tonterías acaba haciendo que todo parezca una gilipollez y dando alas a quienes se oponen a la igualdad. Como cuando te dicen que no te pueden gustar los tacones porque eres víctima del patriarcado. Oiga, ¿desde cuándo el feminismo reivindica eso? A mí así no me representan como mujer. El feminismo no se puede separar nunca de la libertad ni pretender que todas nos sintamos igual. Los últimos años la gestión de las políticas de igualdad ha sido nefasta como se ha visto en la división de la manifestación del 8-M, que está convirtiendo a este movimiento en excluyente.

¿Se plantea volver a esa manifestación de la que la intentaron expulsar?

Sí, es que no me conocen. Cuanto más me intenten sacar, más voy a querer ir.