Una sencilla mantilla levantó el total look de color negro que Jackie Kennedy lució en su visita al Vaticano en 1962. Una noticia que bien podría haber pasado desapercibida de no ser por el autor que firmaba el complemento: el diseñador español Andrés Sardá.
Después, fotografiada para la portada de la revista Life Magazine, Jackie dio a la firma su primera exposición internacional, creando un lienzo en blanco que derivó en “la confección de moda íntima que hiciese sentir mejor a la mujer que la llevara”, aclara Núria Sardá (Barcelona, 1968), responsable de las colecciones de la marca, quien insiste en la necesidad de recalcar el logro conseguido: “Hoy en día hablar del empoderamiento de la mujer está muy de actualidad, pero en 1962 era totalmente revolucionario”. Algo tan cierto como decir que “vestir bien por dentro nos da un subidón de moral y autoestima que poco importa que nadie lo vea”.
Por eso, las últimas colecciones de Andrés Sardá ponen el énfasis en el sujetador, símbolo de feminidad de la ropa íntima e importante para la casa. “Así es, porque hay que recordar que la empresa nació en plena no bra revolution”, confiesa esta directora creativa a la vez que menciona los principales encantos de su marca: la calidad de los materiales (que provienen de los mejores proveedores europeos), del patronaje, de la confección, así como una imagen de moda potente y una precisa distribución. También el hecho de hacer un trabajo de forma sostenible, que cumpla los estándares Reach y Oeko Tex y asegure la longevidad de las prendas.
Por cierto, todas ellas diseñadas para adaptarse al cuerpo y no al revés, tal y como reseña la directora creativa de una firma que si por algo se caracteriza es por evolucionar al mismo ritmo que la sociedad –a pesar de tener sus orígenes en 1898, cuando su abuelo la arrancó para otros quehaceres, el de fabricar mantillas, tules y encajes Leavers–, algo que se aprecia en algunas de sus últimas decisiones de la firma: ofrecer una visión de la moda íntima masculina. El reto del futuro.