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Kate Wang, una de las grandes fortunas chinas gracias a los vapers

En un periodo de 55 horas, que comenzó la mañana del 22 de marzo, las acciones de la empresa china de vaporización RLX Technology se desplomaron un 54%, una caída que redujo en más de 16.000 millones de dólares la capitalización bursátil de la empresa.

El declive continuó a lo largo de la semana, ya que los inversores vendieron ante la noticia de que el regulador chino del tabaco podría tomar medidas contra el sector. No solo eso, también contribuyó el anuncio de la Comisión de Valores de que empezaría a aplicar una ley que exige a las empresas chinas que cotizan en bolsa que realicen auditorías o se arriesguen a ser excluidas de la lista.

Se trata de un nuevo bache en el recorrido de una empresa que ha surgido de la nada para convertirse en la mayor marca de cigarrillos electrónicos de China en tres años.

Apenas dos meses antes, RLX había recaudado 1.400 millones de dólares en una exitosa OPV en la Bolsa de Nueva York que catapultó a cuatro de sus cofundadores a las filas de los más ricos del mundo.

Aumento del 147% de las ventas en 2020

Entre ellos se encontraba la consejera delegada Kate Wang, de 39 años. Wang, una de las 57 multimillonarias chinas que se han hecho a sí mismas, tenía un valor de 9.100 millones de dólares el día de la salida a bolsa, gracias a su participación del 20% en RLX. Ahora vale 2.900 millones de dólares. 

Wang afirma que no le afectan en absoluto las oscilaciones de las acciones. “No me preocupa”, dijo a Forbes USA a principios de marzo, señalando que ni siquiera tiene una cuenta de corretaje. “Cada día me centro en mi trabajo, que es la resolución de problemas”.

Wang ha sido una de las artífices del auge de la compañía. Ha convertido a RLX en un gigante chino que ha acaparado más del 60% del floreciente mercado de cigarrillos electrónicos del país, según la consultora China Insights, con sede en Shanghái.

A pesar de la creciente desconfianza hacia los vapes por parte de los reguladores y de la COVID-19, las ventas de RLX crecieron un 147% hasta alcanzar los 585 millones de dólares en 2020, con una pequeña pérdida neta de 20 millones de dólares.

Eso corona un ascenso meteórico desde los ingresos de 19 millones de dólares que RLX reportó en 2018, su primer año de operación.

Con solo un poco más del 2% de los 308 millones de fumadores de China que utilizan cigarrillos electrónicos –en comparación con casi un tercio de los 34 millones de fumadores de Estados Unidos en 2019–, RLX tiene mucho recorrido.

“Este sector seguirá creciendo al menos durante los próximos 20 años”, afirma Tristan D’Aboville, director ejecutivo y analista de la firma de corretaje William O’Neil. “Dado el tamaño de la población, China será el próximo gran mercado”.

Adversidades

Sin embargo, se avecinan graves amenazas: a finales de marzo, los reguladores chinos publicaron un borrador de normas que clasificarían los cigarrillos electrónicos como productos de tabaco y los pondrían potencialmente bajo el control del monopolio estatal, China Tobacco.

Esto podría hacer que la cuota de mercado de RLX, que tanto le costó conseguir, se evaporara si las autoridades deciden regular los vaporizadores de la misma manera que los cigarrillos, en lugar de como dispositivos tecnológicos mal definidos.

“Una regulación más estricta diezmaría el mercado nacional de los cigarrillos electrónicos”, afirma a ForbeS USA Patricia Kovacevic, abogada especializada en el cumplimiento de la normativa por parte de las empresas de tabaco y vaping.

Por su parte, RLX replica que aún no está claro cómo cambiarán las normas –ni siquiera si lo harán– y que tiene previsto presentar sus quenas a los reguladores antes del 22 de abril.

Aún es demasiado pronto para saber hasta dónde llegará la normativa. Los analistas han esbozado una serie de posibles resultados, desde un impuesto sobre el consumo hasta un sistema de licencias y cuotas controlado por el Estado. Esto último, aunque es menos probable, reduciría drásticamente el alcance del mercado de la empresa.

“En el sector del tabaco tradicional, el volumen de ventas de cigarrillos y los precios los fija China Tobacco”, dice Charlie Chen, jefe de investigación de consumo de la empresa de inversión de Pekín China Renaissance. “Si esto se aplica a los cigarrillos electrónicos, entonces eso eliminará todo el valor de las empresas de cigarrillos electrónicos, pero es un escenario muy improbable”.

Kate Wang, supermujer

Aunque Wang no pretende tener todas las respuestas, no se echa para atrás. “No es que sea una supermujer”, dice: “Los problemas difíciles me inspiran”.

Wang creció y fue a la universidad en la ciudad central china de Xi’an, hogar de los famosos guerreros de terracota. Describe una vida tranquila en la que leía desde libros de texto de finanzas hasta El arte de amar, del filósofo Erich Fromm.

Tras licenciarse en finanzas en la Universidad Jiaotong de Xi’an en 2005, aceptó un trabajo como becaria de gestión en el gigante de los bienes de consumo Procter & Gamble, en la metrópolis sureña de Guangzhou.

Pasó tres años como directora de proyectos en el sector de la belleza y el cuidado personal antes de marcharse a Hong Kong, donde cofundó una pequeña empresa de inversiones. Pero no se quedó allí mucho tiempo.

De Xi’an a Nueva York

En 2011 se marchó a Nueva York, cursando un MBA en la Columbia Business School. Esa experiencia cambió la vida de Wang. “Me sentí abrumada por las oportunidades”, recuerda a Forbes USA. “Era tan diferente de Xi’an, que tenía un ritmo muy lento. En Nueva York, es muy difícil bajar el ritmo. Me dio una mentalidad muy diferente”.

Su siguiente parada fue un trabajo en la consultora Bain & Co. en Pekín, donde estuvo un año. Los cuatro siguientes entró a formar parte del equipo de Uber China y en el servicio chino de transporte compartido Didi Chuxing, que se fusionó con el negocio chino de Uber en 2016. Una de sus tareas en ese momento fue ayudar a lanzar Uber en Hangzhou, una ciudad de 10 millones de personas al sur de Shanghái.

Los cigarrillos electrónicos: un mercado sin explotar en China

En 2017, los cigarrillos electrónicos estaban por todas partes en Estados Unidos: Juul Labs, con sede en San Francisco, había conseguido más de 100 millones de dólares en financiación inicial y estaba ganando tracción.

Pero todavía era algo raro en China, donde menos del 0,5% de los más de 300 millones de fumadores del país usaban vapes en ese momento.

Por aquel entonces a Wang le ocupaba el olor que los cigarros dejaban en su ropa y hábito fumador de su padre, que estaba costándole la salud. Así que recurrió a los cigarrillos electrónicos. “Probé todos los productos [vaping], pero la mayoría eran terribles”, dice.

Wang no tardó en percibir una oportunidad de mercado y emprender su propio camino. Muchas legiones de fumadores chinos, muchos de ellos mayores, luchaban por dejar de fumar –como su padre– y ella decidió crear una marca que les atrajera como ninguna otra.

“Me di cuenta de que la solución debía ser otra, en lugar de obligarle a dejar de fumar”, dice. “Ese fue el momento en que los cigarrillos electrónicos captaron mi interés”, revela a Forbes US.

Del crowdfunding al olimpo de las empresas chinas

Al  día siguiente Wang se dispuso a reclutar a cinco amigos para que se unieran a ella en su nueva empresa, que se lanzó en enero de 2018.

Para poner en marcha la empresa, inicialmente recurrieron al crowdfunding en el sitio de comercio electrónico JD.com –sobre todo para encontrar a los primeros usuarios– antes de recaudar unos 6 millones de dólares en financiación inicial de IDG Capital y la empresa de capital riesgo de Pekín Source Code Capital en junio de 2018.

El punto de venta era simple: vapes elegantes y fáciles de usar con un puñado de sabores, dirigidos a la vasta población de fumadores mayores de China.

La empresa contrató a jóvenes graduados y se presentó como una startup tecnológica, abasteciéndose de piezas para sus dispositivos. Para ello contó con socios Smoore, el mayor fabricante del mundo de dispositivos de vaping dirigido por el multimillonario Chen Zhiping, de reciente creación.

En ese momento, el mercado de vaping en China no estaba casi regulado –a diferencia de los cigarrillos, que son vendidos casi exclusivamente por China Tobacco– y RLX creció rápidamente.

Durante la primera mitad de 2019, después de poco más de un año de funcionamiento, el advenedizo había enganchado casi la mitad del mercado nacional de vaping de China.

En abril de 2019, RLX consiguió 75 millones de dólares en una ronda de serie A de Sequoia China y el inversor multimillonario Yuri Milner. En septiembre de ese año, la compañía abrió una extensa fábrica en la ciudad sureña de Shenzhen, que emplea a más de 4.000 personas.

Medidas chinas contra los vapores

No todo ha sido un camino de rosas. En octubre de 2019, los reguladores chinos empezaron a tomar medidas enérgicas contra la incipiente industria y prohibieron la venta online de cigarrillos electrónicos en un esfuerzo por frenar el vapeo de los menores, una medida que acabó con el 20% del negocio de RLX.

Así que Wang y compañía dieron un giro: en enero de 2020 abrieron una tienda insignia en Shanghái, que forma parte de su ya creciente red que hoy cuenta con más de 5.000 tiendas de marca en más de 250 ciudades de China.

La empresa también instaló tecnología de identificación y reconocimiento facial para evitar que los menores compren en sus establecimientos. Asimismo, lanzó un cigarrillo electrónico con función de bloqueo para niños que se maneja a través de una aplicación móvil.

Más de un año después de superar ese reto, Wang se encuentra ahora con que tiene que convencer a los inversores de que el gobierno chino no se hará con el control del sector de los cigarrillos electrónicos.

Políticas de Trump

A estas preocupaciones se suma la Ley de Responsabilidad de las Empresas Extranjeras, promulgada por el expresidente de Estados Unidos Donald Trump en diciembre.

La ley amenaza con excluir de la lista a las empresas extranjeras que cotizan en las bolsas estadounidenses si se niegan a permitir que el organismo de control de auditorías de la SEC, el Consejo de Supervisión de Contabilidad de Empresas Públicas (PCAOB, por sus siglas en inglés), inspeccione sus auditorías cada tres años.

Una práctica actualmente rechazada por el gobierno chino e ignorada por la gran mayoría de las empresas chinas que cotizan en Estados Unidos. Entre los que se encuentran pesos pesados como Alibaba, del multimillonario Jack Ma.

En el resto del mundo: RELX International

Fuera de China, los vaporizadores RLX se venden a través de RELX International, una empresa independiente de propiedad privada con una estructura opaca en la que Wang es directora pero parece no tener ninguna participación en la propiedad.

Según Chen, de China Renaissance, es posible que RLX haya separado los dos negocios para maximizar los beneficios y reducir los riesgos. Si el mercado chino sigue creciendo, será mucho más atractivo para los inversores estadounidenses por sí solo en lugar de agruparlo con el negocio internacional más pequeño, que sólo representa el 10% de las ventas totales.

Por el contrario, si RLX, que cotiza en bolsa, quedara excluida de China por el monopolio estatal, los 18 mercados de RELX International -incluidos Rusia, Corea del Sur y el Reino Unido- seguirían siendo independientes del negocio chino.

El tiempo juega a su favor

Aun así, el tiempo está en gran parte del lado de RLX: las autoridades chinas podrían tardar hasta dos años en intensificar las regulaciones del vaping, que parece probable que no lleguen a ser una represión total.

También es probable que a la SEC le falte tiempo para aplicar cualquier infracción de la nueva ley, algo que RLX podría compensar siguiendo los pasos de Alibaba y cotizando en Hong Kong.

Mientras tanto, la población de vaping de China ya se duplicó en 2020 y está previsto que se cuadruplique hasta alcanzar el 10% de los fumadores en 2023, creando decenas de millones de clientes potenciales de RLX.

En el escenario de la pesadilla, Wang se enfrentará a una amenaza existencial en su país y a la exclusión de la cotización en Estados Unidos. Pero por ahora, el negocio está en auge y la multimillonaria de 39 años parece confiar en que podrá seguir llevando a su joven empresa a nuevas cotas.

“No es un trabajo fácil”, dice. “Tengo mucho que aprender y tengo un hueco que cerrar”.